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jueves, 23 de mayo de 2013

Un diario en las trincheras. [I]

[Primera parte.]


Cargar, apuntar, disparar, correr, esconderse, cargar, apuntar, disparar, correr, esconderse, cargar, apuntar, disparar, correr, esconderse… ese era el ciclo eterno al que se encontraban sometidos los soldados, y como banda sonora, para alentarles a continuar la lucha, se escuchaban los cañonazos y el sonido de las bayonetas al clavarse en la carne, todo un deleite para los sentidos de las personas que allí se encontraban. Quizás, viendo esta escena, Rousseau se hubiera pensado más el decir que el ser humano es bueno por naturaleza.
En el campo de batalla trozos de tierra saltaban continuamente, por el impacto de los proyectiles, y el terreno que no estaba cubierto por cuerpos, tanto de aliados como de enemigos, presentaba el color granate de la sangre al mezclarse con la arena y hacer un macabro barro. Pero está bien, esa horrible visión ya era el pan de cada día, se había convertido en algo que los acompañaría de por vida, incluso sin vencían y conseguían volver a casa, sabían a ciencia cierta que todas las noches volverían a estar allí, peleando, con el olor de la pólvora entrando por sus fosas nasales y el peso de sus armas en la mano derecha, pero todo por la patria, por defender los colores de una bandera.

Poco a poco cada soldado se ha ido retirando a su base, parece que hoy no ha conseguido avanzar ninguno de los dos jugadores de este ajedrez gigante, y solo han perdido vidas, quizás cientos de ellas, gastadas inútilmente.


Mark estaba sentado, con la espalda apoyada en una de las paredes de tierra, manchándose el uniforme, pero ese era el menor de sus problemas, con la vista fija en la pared contraria, gastaba sus minutos limpiando con un viejo y sucio pañuelo el arma que siempre le acompañaba. Los sonidos de pasos y los gritos de unos militares a otros no conseguían que el soldado reaccionara, cosa que no parecía importarle mucho a los que caminaban, e iban de un lado a otro, pasando por delante de él, la mayoría cargados con cajas, los últimos restos de municiones, armas y vendas.

Levantó la vista cuando un joven corriendo, con una de esas cajas en las manos, le golpeó en el pie, este no se detuvo a disculparse y simplemente siguió a lo suyo. Mark miró su arma como si lo hiciera por primera vez en mucho tiempo, y al ver que ya estaba limpia, se ató el mugroso pañuelo alrededor de la reciente herida que se había hecho, apenas unos días atrás, algún que otro medico militar ya lo había regañado por hacer eso, pero su respuesta siempre era la misma “Si no tengo mi arma preparada moriré aquí, solo así tengo alguna oportunidad de volver a casa” ¿Pero de verdad quería volver a casa? No, realmente no, no le esperaba nadie allí donde fuese, hacía tiempo que había perdido su familia, y quizás por temor, nunca pensó en formar una nueva, y así estaba ahora él, un soldado que no le importaba a nadie, en mitad de una guerra que le daba igual y sin nada que perder.

— ¡Soldado!— Gritó de repente una voz autoritaria, que hizo que Mark levantara la vista alarmado después de haberse atado la venda.

Su mirada se relajó al darse cuenta de quién era— Misha— Se quejó— ¿Qué quieres?

— No puedes pasarte aquí toda la noche… otra vez— Cruzó los brazos sobre el pecho, en esos momentos no llevaba el arma— Ven a beber, antes de que se acabe lo que queda.

— ¿Y qué celebramos?

— Que llueve, que no llueve, que hace sol, que está nublado, que ganamos, que perdimos… Elije— respondió con una sonrisa, que Mark no sabría definir si era macabra o sarcástica.

— Prefiero quedarme aquí con Brigitte— Fue lo único que dijo dando por terminada la conversación.

— ¿Brigitte?— Cuestionó extrañado— ¡Oh! Ya, tu dichosa arma— Suspiró exasperado— Si trataras a una mujer de la misma forma en que tratas a tu bayoneta no tendrías problemas en conseguirla— El silencio se hizo entre ellos y cuando Misha vio que no iba a responderle, se dio la vuelta, marchándose por donde había venido con un fuerte resoplido.

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6 comentarios:

  1. Ja, Brigitte *LOL* Yo también le pongo nombre a las cosas. ¡Genial el relato!
    -Pao

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  2. Es un relato muy bonito y muy triste, saber que eso lo vivió alguien y solo quedan paginas para contarlo...

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  3. creo que es bueno ser parte de una guerra por la patria

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  4. Yo tambirn quiero ser un militar para luchar por la patria.

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  5. Yo tambirn quiero ser un militar para luchar por la patria.

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  6. creo que es bueno ser parte de una guerra por la patria

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