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lunes, 13 de julio de 2015

Iconoclasia. (#UnaImagenMilPalabras)

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¡Oh hermanas, mirad! Ya viene el Caminante. ¿No sentís sus pasos en ésta nuestra tierra? ¡Escuchad! En silencio hermanas, pues aunque queramos hablar no podemos. Está ahí arriba, por encima de todos nosotros; y avanza, avanza con paso firme. ¡No se detiene! ¿Os dais cuenta? Sigue, sigue, sigue; está a punto de llegar. Queridas mías es él, sin duda, el Caminante. Centrad vuestros ojos en la distancia, esquivad los riscos que nos impiden ver, deslizad vuestra visión por éste agua y decidme cómo son sus ropas. La niebla es densa lo sé, pero pronto se disipará. Pronto la luz del gran astro iluminará éste lugar de sombras. Muy pronto queridas mías, muy pronto.

Llevamos siglos aquí abajo, en este reino baldío y desolado. Flotamos etéreas entre las ruinas de millones de rascacielos y cada día contemplamos el horizonte llenas de esperanza. Nuestras manos atraviesan todo lo que tocan, y creednos cuando decimos que estamos malditas. Corazones que no laten desde hace milenios, venas vacías por las que no circula la sangre, músculos atrofiados y miembros inútiles. Consumiéndose bajo tierra se hallan nuestros cuerpos, pero nosotras somos algo más que simple carne. Somos aquello que solo se consigue con la muerte. Pero estamos atrapadas, permanecemos ancladas a un sitio al que ya no pertenecemos. Queremos escapar y por eso esperamos anhelantes al Caminante. Él es el único que nos sacará de aquí.

Aunque no podamos hablar nuestra voz se oye clara y es profunda. Gritamos en la oscuridad y nos convertimos en un eco transfigurado que clama por la salvación. ¡Que venga a nosotras tu reino! Pero hágase nuestra voluntad, satisfáganse nuestros deseos y sean escuchadas nuestras plegarias. Solo pedimos salir de aquí. Estamos hartas de vagar eternamente, cuando ya el mundo dejó de creer en nosotras. Nadamos en este mar blanquecino sobre el que se alza el Caminante. Este océano glauco que tuvo muchos nombres y que todavía ha de ser nombrado: unos lo llamaron laguna Estigia, otros Niflheim, Mictlán, o Hitodama.

 Fuimos olvidadas y hubo un tiempo en el que éramos diferentes, pero ahora somos la misma cosa. Antes teníamos atributos, cada uno el suyo, con los que nos adoraban y nos hacían ofrendas. Recibíamos sacrificios y eso nos hacía fuertes, pero de pronto todo desapareció. Se acabaron los rezos, las oraciones e incluso el nombrarnos con fe. Perdimos el poder y así fuimos desterradas. Enterraron nuestros cuerpos de bronce, que ahora se pudren, y escribieron nuestros nombres en libros de ficción. Ya no renaceremos y nunca veremos el Ragnarök acabar con el mundo, ni la barcaza solar de Ra surcar los cielos. Tampoco asistiremos al rencuentro de Perséfone con Démeter y la germinación de los campos, ni contemplaremos las patas de la gran tortuga Ao sosteniendo la bóveda celeste.

 Eso es cosa del pasado, creencias de unos hombres primitivos que murieron hace tiempo. Los que dominan el mundo en el presente adoran a un dios informe que ni siquiera tiene nombre. Veneran una trinidad absurda y patética que los domina a todos. ¿Por Él nos habéis cambiado? ¿Por ese que durante cuarenta días y cuarenta noches os mandó un diluvio para destruiros? ¿Aquél que es justo y bondadoso y permite la miseria humana y los pecados capitales? Pobres los mortales, pues al menos nosotras éramos sinceras y nos mostrábamos completas. Pero el Caminante viene. Sus huellas se acercan y cuando alcance la cumbre más alta, todo será descubierto. El humo se disipará y el Dios de ahora morirá como todos los demás. Las divinidades olvidadas seremos liberadas al fin y las religiones futuras se aplastarán antes de haber sido creadas. Todo se iluminará y el hombre caminará solo a través de su propia creación. Cristo será crucificado por segunda vez  y Osiris despedazado de nuevo. El Caminante desenmascarará a la virgen María y a Buda y él reinará omnipotente en la tierra como en el cielo.

Porque el Caminante es la Verdad y cuando sea revelada, todo habrá acabado.


Y aquí os dejo mi relato para el proyecto Una Imagen Mil Palabras de Reivindicando Blogger. Espero que lo disfrutéis y echéis un vistazo a la

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martes, 7 de julio de 2015

Lesbos en el corazón.

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"κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι
μαινόλᾳ θύμῳ, τίνα δηὖτε πείθω
μαῖς ἄγην ἐς σὰν φιλότατα τίς τ, ὦ
Ψάπφ᾽, ἀδίκηει;"
                                                                                                      "¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?"


Yo, un cuerpo azotado por el viento que trata de no marearse demasiado por el movimiento del barco. Bajo mi triste existencia el mar. Mercurio líquido que brilla, casi sólido, y golpea furioso la quilla. Cuánto daría por arrojarme por la borda, hundirme lentamente hacia el vientre primigenio de la tierra y una vez allí, por fin, estar en paz. Pero no, aquí sigo, ondeando como una bandera sobre las ruinas de Ilión. Yo, que serví a las musas y las honré en mi casa; yo, que fui mujer como ninguna otra; yo, que caminé humana entre monstruos, que amé dolorosamente y fui correspondida.

No miro hacia proa, no me interesa lo que haya en el horizonte, soy una figura dorada que da la espalda al mundo y se concentra en un pedacito de tierra lejano. Casi ni se distingue en la distancia, pero si frunces el ceño y fuerzas tus ojos hasta que casi sangren, quizá veas el pequeño puerto o la cúspide del faro. Pero la nave avanza inexorablemente y es cada vez más difícil, más humillante. Me agarro como puedo a esta imagen, porque dentro de unos años será lo único que tenga. Allí, en esa pequeña isla, se queda mi corazón junto al templo de Afrodita. En esa mancha de tierra se quedan los mejores años de mi vida, cuando todo consistía en vivirnos y en sentir que nada era más fuerte que nosotras. Se quedan la pureza y la inocencia, la música y la poesía, se quedan tus manos sobre las mías y tus labios sobre mi cuello. Yo me llevo el dolor, la agonía; me guardo la tristeza y la añoranza y en las bodegas, viajan como polizones la ira, la rabia y el odio. Allí fui feliz, aquí... simplemente no soy.

Cada vez hay más agua entre nosotras y cuanto más me alejo, más me parece que todo fue un sueño. Pero tú estás ahí, sobre la roca de Léucade, leyendo mis versos o quemándolos, quién sabe. Estás cerca del Olimpo querida mía, dile a la trenzadora de engaños que tenía razón, que nuestras discusiones fueron absurdas, que al final el amor te vacía por dentro. 
Y seguimos navegando, rajando el mar  como un saco del que se escapan miles de diamantes. La brillante esfera solar es solo un semicírculo insertado en el horizonte y sospecho que no llegaremos nunca. Siento el calor en mi espalda, es agradable, como el abrazo de una madre o el beso prohibido de un amante. El calor se extiende por todo mi cuerpo, lo inunda dulcemente y me provoca somnolencia, un sopor tranquilo y relajado. Pronto estaré dormida, pero de momento tengo que aguantar, he de seguir haciendo guardia, no soportaría cerrar los ojos y al abrirlos ver que la tierra lejana ya no está. 

Mis odas al Amor eran tuyas vida mía. Fuiste siempre aquella triste sombra que inundaba mis pensamientos, una sombra que contaminaba mi espíritu y me cegaba. La inspiración de los dioses que fue negada a muchos, a mí se me entregó con el verbo de tu carne. Apolo maldijo mi nombre y maldecida, con el peso de los divinos sobre mi espalda, me enamoré de ti. ¡Oh amiga del alma, qué tristes fueron mis lamentos!  Qué amargas las lágrimas que derramé sobre el cáliz de tu senos, qué injuriosas las palabras que pronuncié contra el hado. ¡Destruidos sean los templos de la diosa! ¡Profanados los altares y quemadas las ofrendas! ¡Qué cada día se me entregue la cabeza sangrante de una paloma blanca y miles de rosas marchitas! Solo así veré mi sed saciada, pues el agua que bebo es salada y me quema por dentro.

Los augures nos adivinaron un futuro grandioso:  "Como los hombres inmortales de la Primera Era, vuestro amor será eterno" dijeron. "Como el de Orfeo y Eurídice vuestro amor será poderoso, pero aun más  puro, pues proviene del único amante lesbiano" estas fueron sus palabras. Pero ahora nuestro amor quizá sea más parecido al de Medea y Jasón o tal vez al de Ariadna y Teseo. De la misma manera que estas dos mujeres me siento traicionada y abandonada, pero yo no mataré a mis hijos que son mis cantos, sino que los dejaré libres y  serán mi lanza emponzoñada.

Recojo mi hilo dorado y me alejo de ti. Me despido para siempre de la espuma del mar y de mi patria. Dile adiós a mis alumnas, todavía les quedaba mucho por aprender. Dile adiós a la arena de la playa, y a los cangrejos que siempre venían a saludarme. Dile adiós a todo aquello de lo que no me pude despedir yo misma y planta un beso en tu mejilla por mi; así, quién sabe, algún día germine y tendré un motivo para volver.

 Dormiré ahora, pero antes quiero ver amanecer, estoy cansada de mirar hacia atrás. 

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